Como miembros del sector avícola, con regularidad nos encontramos con amigos, vecinos o en conversaciones donde surgen comentarios sobre la influenza aviar y el contagio en humanos.
Como han surgido algunos casos de contagio de influenza aviar en países como México o Estados Unidos, entrevistamos al Dr. Daniel Pérez, profesor de virología del Departamento de Salud Poblacional del Área de Diagnóstico e Investigación Avícola de la Universidad de Georgia.
El objetivo de esta entrevista es la de ofrecer algunos conocimientos a nuestro público en el sector avícola para que sepa comunicar bien al público en general sobre este tema.
El Dr. Pérez puso en primer lugar a los virus de influenza en contexto, de donde destacamos que existen normalmente en la naturaleza y en general son las aves acuáticas salvajes las que son su reservorio natural. No obstante, en ocasiones, pueden saltar a otras especies, siendo las más comunes las gallináceas (pollos, ponedoras, codornices o pavos). En el proceso de pasar a estas especies es probable que cambien y adquieren atributos que hacen que sean más virulentos para estas nuevas especies.
Los virus de la influenza también circulan en humanos, cerdos, equinos, ganado de leche y más recientemente en caninos. El ganado de carne “no parece ser muy susceptible a este virus o al menos el virus no ha evolucionado de manera que pudiera también infectar animales de producción de carne”, señala el Dr. Pérez.
El caso de Luisiana y México
En el caso humano específico que hubo en Luisiana, EE. UU., se trata de un grupo de influenza aviar que generalmente causa una alta patogenicidad en gallináceas, pero explica el Dr. Pérez que en este caso estos virus surgieron como consecuencia de haberse transferido de gallináceas de vuelta al reservorio natural y de ese reservorio natural infectaron nuevos huéspedes.
El caso de Luisiana, como el de México del año pasado, es diferente porque fueron personas que ya tenía problemas de salud previos que los predispusieron a desarrollar la enfermedad.
En estos casos, el agente se presenta con una infección que no pasa por la conjuntiva únicamente, sino que desarrollan enfermedad respiratoria grave y aguda que al final puede causar la muerte, como sucedió con el reciente caso de una niña de tres años en México.
Si bien, la mayoría de los casos han presentado poca sintomatología clínica, asociada con la conjuntivitis, el Dr. Pérez hace énfasis en que lo preocupante es que estos casos ocasionales de enfermedad respiratoria dan la pauta a que “se cree un ambiente en donde pueden mutar aún más estos virus y tarde o temprano, generen una cepa que infecte no solo por vía respiratoria y a personas con condiciones previas, sino a la población normal”. Esto podría llevar a una pandemia, pero resalta que no hay que ser fatalistas, pues en realidad no sabemos lo que el virus puede hacer.
El caso de México del año pasado es muy puntual, porque es un virus que no se parece en nada a los causan los casos humanos en Estados Unidos.
Diferencias entre virus
Los virus de influenza tienen una proteína que los recubre. Una de estas proteínas es la hemaglutinina y la otra la neuraminidasa. Los perfiles que tienen permiten dividir a los virus en subtipos. De ahí que hablemos de H5N1 o de H5N2. A su vez dentro de los mismos subtipos hay muchas cepas diferentes.
La cepa que circula en México o del caso específico de este paciente que falleció es subtipo H5N2, pero la de la paciente de 3 años que murió hace uso días fue H5N1. “Podemos decir que la H5N2 es autóctona de México, no es el virus que viene de Estados Unidos”, señala. Es un virus que se considera en las aves de baja patogenicidad.
Cada cepa tiene sus características y el hecho de que se parezcan unas a otras no significa que todas sean iguales, en el sentido de su capacidad de infectar a otros huéspedes o de causar enfermedad. Tienen características únicas. Lo que preocupa es que estos virus son muy maleables y pueden cambiar con facilidad.
“Solo hace falta un pequeño cambio y a veces muy pocos cambios, a nivel de aminoácidos, para tener un impacto muy grande en el rango de huéspedes que estos virus puedan alcanzar y en su capacidad de transmitirse a especies nuevas”, comenta el investigador de la Universidad de Georgia.
Los virus de influenza tienen un genoma segmentado. En el caso de los de influenza tipo A, tienen ocho segmentos y al estar segmentado es posible que dos cepas diferentes puedan infectar una misma célula al mismo tiempo e intercambiar segmentos, lo que genera diversidad en la población viral.
De esta forma, si un virus aviar infectara un cerdo o un pollo y de casualidad hay alguien infectado con virus de influenza humana, puede donarle un segmento y entonces el virus humano infecta también al pollo o cerdo. Este encuentro de cepas de diferentes orígenes puede generar una cepa nueva, con capacidad de producir una pandemia o puede ser un virus inconsecuente, que no tenga biológicamente una ventaja evolutiva por sobre las cepas parentales.
Entonces, explica el Dr. Pérez, puede terminar ahí o no. Es muy difícil de predecir, pues mientras más oportunidades haya, tanto de contacto humano con animales y de establecer esta vía bidireccional de donar virus unos a otros, aumentan las probabilidades de que se pueda generar un virus pandémico.
Bioseguridad ante todo
Por eso es importante una buena bioseguridad. “Si uno tiene gripe, se debe diagnosticar y no debe de trabajar con animales”. Es también importante vacunarse contra la influenza en humanos, pues se reducen las posibilidades de intercambio de genes y de generar una cepa nueva.
Tanto la industria como la gente que trabaja en ella tiene su parte de responsabilidad es este proceso. Para ello, hay diferentes implementaciones en la estrategia de bioseguridad que hay que enseñarle a la persona que trabaja con aves. Por ejemplo, el Dr. Pérez mencionó el uso de protección personal en granjas avícolas. “El riesgo nunca es cero, pero se puede minimizar”.
Otro aspecto muy importante también de enfatizar es la potencial de vectorización del virus de influenza. Es decir, puede haber roedores, pájaros u otros animales que no necesariamente sean susceptibles a la influenza, pero que la pueden acarrear de un lugar a otro. Se debe minimizar la entrada de estos vectores a los planteles de producción avícola.
Vacunación
En cuanto a la vacunación, hay que ser muy cuidadosos con ella, dice el Dr. Pérez. Las vacunas funcionan, pero “no son una herramienta que reemplacen nada en particular, se tiene que usar con responsabilidad junto con la bioseguridad, junto con un programa que lleve a la erradicación del virus de una cierta población”.
La vacunación por sí sola no resuelve los problemas, ayuda a controlar parte del problema pero no lo resuelve por completo. “Se puede vacunar cada uno de los pollos en una caseta y no todos van a estar protegidos contra el influenza porque no todos están inmunológicamente preparados de la misma manera para responder bien a la vacuna”. Eso hay que tenerlo siempre en mente para cuando uno implementa programas de vacunación contra influenza y cualquier otra enfermedad.