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Vie, 8 diciembre, 2023

La experiencia de México con la influenza aviar

Después de 28 años con presencia de influenza aviar de alta patogenia, México ha aprendido varias importantes lecciones que vale la pena revisar

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Benjamín Ruiz
Benjamín Ruiz
Benjamín es un especialista en nutrición, alimentos balanceados, producción animal y avicultura con más de 20 años de experiencia en la industria. Posee una licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad Iberoamericana en México, DF, y una maestría en Nutrición y Producción Animal de Cornell University (Ithaca, NY, EE.UU.). Diplonado en Traducción Inglés-Español de la Universidad Iberoamericana y un diplomado en Terminología de El Colegio de México.

La relación de la industria avícola de México con la influenza aviar podría decirse que es de larga data. Ya en 1994 se dio el primer brote de influenza aviar de alta patogenia tipo H5N2, que se controló mediante la vacunación. Después, en 2012 vino la H7N3 y hoy en día, 28 años después, el país se enfrenta a la H5N1.

En un reciente seminario de la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA), el Dr. Fernando Navarro, director de Hy-Line de México, dio una presentación muy clara de la historia y la situación del país con este enfermedad aviar.

La zona cero

México es el mayor consumidor de huevo en el mundo con 409 huevos per cápita. Con 173 millones de ponedoras en producción, es también uno de los principales productores mundiales.

Del total del país, el estado de Jalisco produce el 53% del huevo. De hecho, si Jalisco fuera un país, sería el 3° productor del continente, después del mismo México y Brasil.

En Jalisco se destaca la región conocida como “Los Altos de Jalisco”. Es un rectángulo de 180 km x 80 km que probablemente sea la zona avícola más poblada del mundo. El Dr. Navarro calcula que hay ahí unos 70 millones de ponedoras, o sea, 4.861 aves/km2.

Esta alta densidad está constituida por granjas con diferentes niveles tecnológicos. La zona experimentó un crecimiento descontrolado, pues en los primeros años “no se hablaba de bioseguridad” como se hace hoy.

Fue en el municipio de Tepatitlán, en Los Altos, cuando a principios de junio de 2012 se notificó un aumento en la mortalidad cuyo aislamiento viral resultó negativo. Sin embargo, en pocos días, varias granjas comenzaron a notificar altas mortalidades y rápidamente se diseminó por toda la región. Para el 15 de junio, se informó del aislamiento del virus de influenza aviar H7N3 de alta patogenia –de notificación obligatoria–, lo cual se hizo para finales del mes ante la entonces OIE.

A partir de ese momento, se activó un dispositivo de emergencia zoosanitaria, que controlaba movimiento de aves y subproductos, y se evaluó la bioseguridad. Pero, a diferencia de lo que sucede en otros países, México no cuenta con un fondo para desastres económicos para compensar a los avicultores, por lo que se decidió vacunar.

Desde 2006 México contaba con dos cepas aisladas: un virus de referencia H7N3 de Canadá y el aislado de un pato silvestre. El Gobierno se decidió por esta última y se produjeron 56 millones de dosis en tiempo récord. El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) fue el encargado de producirla y autorizar su uso.

Junto con la vacunación, se intensificó la vigilancia epidemiológica en aves silvestres y se realizó una verificación continua de laboratorios de diagnóstico y producción de vacunas.

El plan original era suspender la vacunación el 30 de octubre de 2012, pero no sucedió así. A cambio de eso se mantuvo el control de movimiento.

Resultado del brote de 2012

El resultado de este brote fue el de 15 millones de aves muertas o sacrificadas. Así, 12 millones de mexicanos se quedaron sin el huevo diario, en el país de mayor consumo en el mundo. Esto aumentó el precio del producto y por lo tanto, el impacto en la inflación fue del 0,11%, además del desempleo.

Asimismo, cayó la demanda de alimento balanceado para aves en 45.000 t/mes y los avicultores de la región se descapitalizaron.

Impacto de la vacuna

Como bien dijo el Dr. Navarro, “la vacuna no previene, pero ha ayudado a que el desafío sea mucho menor”. Antes de la vacunación, la mortalidad variaba entre el 80% y el 95% del lote de aves. Con la primera aplicación de la vacuna, disminuyó a un rango de entre 8% y 15%. La vacuna ayudó a prevenir la mortalidad, pero no protegía contra las bajas de producción.

El Dr. Navarro fue muy claro al decir que la vacuna por sí sola no previene la enfermedad. Pero en conjunto, las vacunas muertas con las nuevas tecnologías que han surgido en el mercado, como la genética inversa y las vacunas recombinantes con vectores HVT o viruela, han hecho que el desafío sea mucho menor.

El Gobierno ha controlado durante varios años las semillas madre –el virus muerto– para producir la vacuna y los laboratorios la actualizan con los cambios genéticos importantes. Esto, junto con las vacunas recombinantes mencionadas logra reducir la mortalidad a tasas de 2% a 4% durante un brote; incluso, en algunos casos se logra reducir la muda sanitaria.

Muda sanitaria

Entre las diversas medidas que los avicultores mexicanos han aplicado, está la muda sanitaria. Fue descubierta por casualidad al retirar el alimento de las aves ante la fuerte subida de la mortalidad. Por sorpresa, después de tres o cuatro días sin alimento, la mortalidad disminuía. Se hicieron varias pruebas justo en el pico de mortalidad, con muy buenos resultados.

La hipótesis que se tiene es que parece que el oviducto en producción tiene altas concentraciones de ácido siálico que facilita la replicación y fijación del virus en el aparato reproductor. Al haber involución del oviducto y bajar el ácido siálico, el virus no se puede replicar y por lo tanto se detiene la transmisión.

Aunque no se conoce con exactitud cómo funciona este mecanismo, este método reducía la producción a cero, para luego recuperarse. Además, resultaba haber hasta un 100% menos huevo frágil, quebrado y deformado. Junto con la eliminación de períodos de luz, en seis días las gallinas pierden el 17% de su peso corporal.

El nuevo desafío

En la actualidad no solo hay H5 y H7 de baja patogenia, sino también H5N1, del que hasta mediados de diciembre de 2022 se habían hecho 130 aislamientos. Afortunadamente solo el 21% de estos aislamientos ha sido en aves comerciales y el resto en aves silvestres y de traspatio. La mayor concentración se ha dado en el centro del país (estado de México), pero también se han visto afectados estados de alta producción avícola como Jalisco, Sonora o Yucatán.

Hasta diciembre de 2022 hay dos vacunas aprobadas. Se han repartido casi 72 millones de dosis (solo en Jalisco 50 millones). Son dos los laboratorios autorizados para producir vacunas contra el virus H5N1: Avimex y Boehringer Ingelheim Vetmédica.

Primero se autorizó para las zonas perifocales del brote. No obstante, se puede vacunar fuera de los estados con brotes, previa autorización gubernamental. Cabe mencionar que se puede vacunar sin perder el estatus de granja o estado libre de influenza aviar, para que no se afecte la comercialización.

Cambios desde 2012

Ha habido grandes cambios desde 2012. Lo primero ha sido la concientización de todos aquellos involucrados en el sector avícola. Antes se dudaba de notificar o no un brote. Hoy, las notificaciones y medidas se realizan de inmediato.

Asimismo, hace diez años el proceso de notificación era más lento. Hoy, la capacidad de diagnóstico es mucho más rápida, con resultados en menos de 24 horas. El sistema de diagnóstico es más robusto y hay muchos más laboratorios.

Se han creado además fondos locales para contingencias, por parte de grupos de avicultores, aunque aún no cubren todo.

La estrategia de control es diferente en la actualidad. El sacrificio de aves es inmediato y se entierra el lote junto con subproductos (huevos, gallinaza) dentro de la unidad de producción.

Se combina el sacrifico con la vacunación de la zona perifocal administrada para generar una zona de amortiguamiento y se toman medidas para restringir la circulación de los subproductos en zonas internas de cuarentena y otras zonas.

Aspectos positivos que destacar

Fernando Navarro percibe que el H5N1 es un virus más patógeno que el H7N3. “Hay más mortalidad, pero y hay menos morbilidad”, señala. Aparentemente, el virus tiene menos motilidad, lo que junto con la fuerte mejora en bioseguridad y estrategia de control, quizás evite la mayor diseminación.

Destacó cinco puntos importantes de mejora:

  1. Descarte de aves: antes se podían comercializar aves vivas de un estado a otro, incluso para realizar la muda sanitaria. Hoy, eso está prohibido. El sacrificio de aves de vida larga se realiza una vez finalizada la etapa productiva en plantas de procesamiento TIF (tipo inspección federal). Para ello, se debe tener un PCR negativo a influenza aviar 7 días antes del sacrificio.
  2. Movilización de huevo fértil o de consumo: en zonas de cuarentena se debe presentar un PCR negativo a influenza aviar con validez no mayor a 20 días, para poder transportar huevos.
  3. Médicos veterinarios responsables aprobados: hoy en día, para comercializar aves vivas, pollo, huevo o subproductos, la empresa debe contar con médicos veterinarios autorizados mediante un examen previo sobre normalización. Ya para principios de diciembre de 2022 había 457 médicos veterinarios aprobados.
  4. Difusión de información: el Senasica ha hecho un buen trabajo en difundir información para la prevención. Para ello, las empresas deben contar con certificados de medidas mínimas de bioseguridad, tales como:

 

  1. Programa documentado y bitácora de limpieza y desinfección
  2. Prohibición del ingreso a granjas
  3. Cerco perimetral
  4. Duchas en granjas
  5. Mallas que impidan acceso de aves silvestres
  6. Almacenes separados de equipo y materiales
  7. Aseguramiento de fuentes de agua, mediante análisis
  8. Control de fauna nociva
  9. No reutilizar cama
  10. Bitácora de ingresos de personas y vehículos
  11. Sistema de desinfección de vehículos
  12. Incinerar, enterrar o procesar en composta la mortalidad y otros desechos orgánicos
  13. Tratamiento térmico de pollinaza y gallinaza, y transporte en vehículos cubiertos o encostalados
  14. Uso de desinfectantes
  15. Programas de educación y capacitación sanitaria de trabajadores.

 

  1. Uso de la gallinaza: este es un punto muy crítico, foco principal de diseminación. De diciembre a mayo, justo antes de la temporada de lluvias, antes se enriquecían los campos con gallinaza fresca. Había movimientos sin restricciones de hasta 300 km que generaba diseminación. Ahora, se exige el tratamiento térmico por arriba de 45°C por más de 3 horas. En la realidad, se logran hasta 60°C o se deja por lo menos dos a tres semanas dentro de la unidad. Con esto se garantiza que no haya patógenos y se transporta en vehículo sellado y desinfectado.
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