Los mercados de carnes (bovina, aviar y porcina) mostraron un desempeño satisfactorio en el 2020, que se destaca particularmente en el difícil contexto que debieron atravesar todas las actividades productivas y la economía argentina en general, un año de Pandemia y de una política de control sanitario que impuso importantes restricciones al funcionamiento y la operatoria de las empresas.
En este artículo analizaremos lo sucedido en los mercados de carnes durante el 2020. En particular, se describen y ponen en perspectiva histórica los resultados del año en materia de producción, consumo, exportaciones y precios, para las tres carnes líderes de Argentina (bovina, aviar y porcina). Se incluye también un apartado referido a las importaciones chinas, donde se muestra lo importante que ha sido el país asiático en la tracción de nuestras exportaciones.
Carne Bovina
Según estadísticas oficiales, complementadas con estimaciones propias para el último mes del año, se habrían enviado a faena unos 14 millones de bovinos en el 2020, un flujo 1,1% superior al del año previo.
Este total de animales destinado a la producción de carne se habría conformado de 6,45 millones de hembras (46,1%) y 7,55 millones de machos (53,9%). En la estructura según categorías una buena noticia es la importante reducción de la cantidad de hembras enviadas a faena en comparación con la del año previo, se encuentra aquí un ajuste del 4,5% interanual.
Debe recordarse que una elevada tasa de faena de hembras (animales que representan los “bienes de capital”, presentes o futuros, que se utilizan en el proceso productivo) puede acrecentar la producción en el presente, pero a costa de limitarla en el futuro.
La tasa de faena de hembras (proporción en relación al total) tuvo una importante desaceleración con el transcurrir de los meses, de representar el 47,0% del total de animales enviados a faena en los inicios del año habría llegado al cierre a un nivel del 43,5% (diciembre), que es el más bajo del período.
Esta tasa de faena garantiza probablemente estabilidad del rodeo a futuro, aunque no está claro si es lo suficientemente baja como para permitir la expansión de las existencias.
La menor liquidación de hembras coincide con una importante mejora en el precio de la hacienda durante los últimos meses (¿causa o consecuencia?): entre septiembre y diciembre del 2020 las vacas subieron 37% en el Mercado de Liniers, los novillos 48%, y los novillitos 46%.
En términos reales (descontando la inflación del período) las vacas incrementaron su poder de compra en un 23%, los novillos en un 33% y los novillitos en un 31%. En moneda dura, el precio promedio de la hacienda comercializada, y teniendo en cuenta la composición de animales faenados (indicador IG-FN de IERAL) promedió USD 1,71 por kilo vivo en diciembre, una suba del 32% en dólares al TC oficial en 3 meses, tras promediar USD 1,30 en septiembre, y un mínimo de USD 1,23 en junio.
Por efecto de la importante suba de precios antes referida, el valor local de la hacienda en relación al que se observa en los países vecinos y competidores (Uruguay, Brasil y Paraguay), luego de varios meses de venir muy rezagado se emparejó significativamente en el último trimestre del 2020, casi empardando los niveles observados tanto de Uruguay (competidor directo en cuota UE) como de Brasil (competidor en países de ingresos medios-bajos).
En diciembre el novillo de exportación origen Argentina cotizó a un equivalente de USD 1,64 por kilo vivo, contra USD 1,75 en Brasil y USD 1,69 en Uruguay. Para este último mes de referencia, la ventaja competitiva en materia de precios de la hacienda local era del 5,9% contra el novillo brasilero, y del 2,7% contra el novillo uruguayo. En lo que respecta a la producción, se estima que habría llegado a 3,16 millones de toneladas en el 2020, creciendo un 1% respecto al volumen generado en el 2019.
Por su parte, las exportaciones llevaban un acumulado de 566 mil toneladas peso producto en primeros 11 meses del año (+12% interanual), equivalentes a 850 mil toneladas res c/hueso, aportando USD 2.506 millones a la balanza comercial (-8,4% i.a, como resultado de menores precios por tonelada); los envíos al exterior seguramente cerraron el año superando las 900 mil toneladas res con hueso (nuevo récord histórico), se estima una cifra cercana a las 920 mil toneladas.
Con respecto a la estructura de exportaciones según destinos, se observa un crecimiento importante en los envíos a China (+13%), Chile (+6%) e Israel (+12%), que contrastan con ajustes en otros mercados, caso de la Unión Europea (Alemania-Holanda-Italia, -16%), Brasil (-12%) y Rusia (-12%). En el 2020, a la lista de compradores estables, se sumó Estados Unidos, con 1.805 ton/mes. En los últimos meses se observa una baja sistemática del precio medio de las exportaciones a China (precio FOB), que erosiona los márgenes de las operaciones al principal mercado que tiene hoy el país. Esta situación empieza a preocupar a la cadena, que deberá acomodar sus costos al nuevo escenario.
Debe recordarse que, desde diciembre de 2019, la exportación de carnes paga 9% de Derechos de Exportación y que sería importante que esa carga tributaria sea reducida a los efectos de darle continuidad al proceso exportador (en octubre el Gobierno expresó vocación por bajar la tasa al 5%, pero hasta el momento ello no ha sucedido).
Esta baja luce hoy poco probable por dos motivos: a) el importante aumento que tuviera el precio de la carne bovina a nivel consumidor en los últimos dos meses del 2020; b) el gobierno tuvo la oportunidad de modificar la carga tributaria, de incluir la baja en el Decreto Nº1060/2020 de fines de diciembre, en el que decidió redefinir derechos de exportación para una muestra muy amplia de productos, pero en la que la carne bovina no fue incluida.
Como los volúmenes exportados fueron más rápido que los producidos, puede deducirse que el consumo interno debió ajustar a la baja. En un año de fuerte crisis económica, con caída de ingresos y pérdida de empleos, se estima que el consumo se habría ubicado en 49,7 kilos promedio, un 2,9% por debajo de los niveles del año previo, y probablemente el más bajo de la historia del país (al menos de los últimos 70 años de los que se tienen registros).
Carne Aviar
La producción de carne aviar llegó a 2,03 millones de toneladas en 11 meses del 2020, creciendo un 0,9% respecto al mismo período de 2019. Estimando el mes faltante para el cierre, la producción anual podría aproximarse a 2,22 millones de toneladas.
En cuanto a las exportaciones, los envíos alcanzaron las 213 mil toneladas en primeros 11 meses (-12% i.a.), aportando USD 290 millones (-25%). En el desempeño de los diferentes destinos, se observa una expansión en las colocaciones en China (+3%), pero contracción en otros mercados relevantes, como Sudáfrica (-24%) y Chile (-11%).
Carne de Cerdo
De acuerdo a las últimas estadísticas del MAGyP se enviaron a faena 6,34 millones de cerdos en los primeros 11 meses del año, 3,4% más de animales que en el mismo período del año previo.
Se trata del 9no año consecutivo de crecimiento de la producción (desde el 2011). La producción de carne, por su parte, subió 7%, bastante por encima de la faena, lo que indica un importante aumento en el peso promedio de los animales faenados (y/o un mayor rendimiento).
La cadena logró exportaciones de carnes frescas por 24,2 mil toneladas peso producto durante los primeros 11 meses, con un incremento interanual superior al 100%, y precios FOB por tonelada cercanos a los USD 2.400. China, al igual que en las otras dos carnes, sigue siendo clave para explicar la expansión de estas exportaciones. La importación de cortes de carne de cerdo desde Brasil (pulpas sin hueso, provenientes del competidor histórico de Argentina en la región) estuvieron en baja hasta mediados de 2020, de 1.725 tn/mes a 630 tn/mes, para volver a crecer durante el segundo semestre, alcanzando las 2.350 tn/mes en octubre-noviembre.
En suma, las compras al país vecino se redujeron un 40% i.a, y en la medida que el capón porcino y la carne de cerdo local sigan con precios competitivos en el mercado es de esperar que le cueste cada vez más a Brasil sostener sus envíos a la Argentina.
Consolidado de las tres carnes
Se estima que Argentina habría cerrado el año con una producción de carnes de 6,04 millones de toneladas equivalentes res con hueso (+1,5%), con un crecimiento del 7,0% en carne de cerdo, 0,8% en carne bovina y 0,9% en carne aviar.
Con una población creciendo al 1% en 2020, promediando los 45,18 millones de habitantes, la producción de carne per cápita alcanzaría los 133,6 kg/ hab (equivalente res con Hueso), lo que representa un crecimiento de +0,5% respecto a 2019, observándose una desaceleración respecto al ritmo observado entre 2015 y 2019 (+10% punta a punta, ó un 2,4% anual promedio).
Nótese que los 133,6 kilos per cápita es la producción consolidada más alta de la historia reciente. Las exportaciones de carnes de Argentina habrían cerrado el año en volúmenes récord, se estima un volumen de 1,194 millones de toneladas equivalentes res con hueso (+4,9%), compuestas por 917 mil toneladas de carne bovina (+8,5%), 235 mil toneladas de carne aviar (-12,2%) y 39 mil toneladas de carne de cerdo (+113%).
En términos per cápita, equivaldría a 26,4 kg/hab (+4,3%), compuesto por 20,3 kg/hab de carne bovina (+7,4%), 5,2 kg/hab de carne aviar (-13,1%), y 0,9 kg/hab de carne porcina (+111%). A pesar de que se estará cerrando el año con volúmenes exportados récord, la generación de divisas por exportaciones de carnes por parte de las tres cadenas consideradas ascendería a USD 3.152 millones, -11,9% inferior a 2019, explicado principalmente por una baja del 18% en el precio FOB de la tonelada bovina (equivalente res con hueso), y en menor medida por una baja del 15% en el precio FOB de la tonelada aviar (equivalente res con hueso).
El consumo de carnes cerraría el 2020 en 108,0 kg/hab, compuesto por 49,7 kg/hab de carne bovina, 44,1 kg/hab de carne aviar y 14,2 kg/hab de carne porcina. Esto representa una contracción del 0,8% para las tres carnes, con bajas del -2,9% y -0,3% en carne bovina y porcina, respectivamente, pero una suba del +1,7% en carne aviar.
En materia de precios al consumidor, si se considera la evolución de los precios en los últimos 12 meses (diciembre contra diciembre), las carnes han subido más que el nivel general de precios del consumidor (+36%): +74% carne bovina (6 cortes vacunos: asado, bife angosto, carne picada, cuadril, nalga y paleta), +58% carne aviar (pollo entero) y +59% carne porcina (pechito de cerdo).
Esto representa una suba en términos reales de: +28% carne bovina, +16% carne aviar y +17% carne porcina. Un indicador alternativo de la evolución del poder de compra de los consumidores en el último año es la cantidad de kilos de carne adquiribles con un salario mensual medio.
Según estimaciones propias, el salario real de un trabajador registrado del sector privado (desestacionalizado) promedió los 61.600 pesos durante 2020, acumulando un incremento del 39% en relación al promedio nominal de 2019, frente a una suba del IPC general del 42%. En promedio, durante 2020 el salario de 1 mes fue equivalente a 156 kilos de carne bovina (6 cortes) por mes (-9,6% en relación a 2019), 515 kilos de carne aviar por mes (+0,4%), ó 200 kilos de carne porcina por mes (-8,8%).
Estos guarismos han desmejorado hacia finales de año: en diciembre el salario de 1 mes fue equivalente a 133 kilos de carne bovina (6 cortes) por mes, 450 kilos de carne aviar o 173 kilos de carne porcina.
La importancia de China en el crecimiento cárnico Argentino
La irrupción del COVID’19 a comienzos de 2020, con medidas de aislamiento social durante febrero y marzo, puso un halo de duda sobre la excepcional expansión importadora de carnes de China. Sin embargo, con el transcurso de los meses, los volúmenes se consolidaron, llevando las importaciones a un nuevo récord.
Durante los primeros 11 meses, China llevaba importadas 1,9 millones de toneladas de carne bovina (+30%), 3,9 millones de toneladas de carne porcina (+123%) y 1,4 millones de toneladas de carne aviar (+98%).
La contracara de esta singular expansión importadora de China ha sido la baja en los precios de compra de estos productos, particularmente de carne bovina y aviar. En noviembre, la tonelada de carne bovina CIF comprada por el gigante cotizó a un promedio de USD 4.378 (-17% en relación a Noviembre’ 19), y la tonelada de carne aviar CIF a USD 2.067 (-22%).
En tanto, la carne porcina, tras una baja temporal a mediados de año, alcanzó los USD 2.806, subiendo un 3% en relación al mismo mes de 2019. Respecto a las ventas de Argentina en este mercado, y según los números de la propia Aduana China, el país colocó unas 431 mil toneladas de carne bovina en el período bajo análisis (+31% i.a.), 17 mil toneladas de carne porcina (+3.400%), y 88 mil toneladas de carne aviar (+21%).
El market share de Argentina en el mercado chino mostró matices según carnes. En carne bovina la participación se mantuvo bastante estable, ubicándose en torno al 22%-23%, con pocos cambios respecto al año previo; en carne aviar se observa una baja importante, unos 5/6 puntos porcentuales menos de market share (de 11% a menos del 6%); finalmente, en carne de cerdo, de no tener prácticamente presencia en el mercado, se pasa a una participación de 0,6 puntos porcentuales en el 2020.
Apreciaciones finales
Los mercados de carnes han mostrado un desempeño satisfactorio en el 2020, en un contexto económico general que fue muy adverso, en el que la Pandemia Covid-19 y la política de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) establecida por el Gobierno Nacional (y respaldada por los gobiernos subnacionales) generaron una fuerte crisis productiva, con caída de ingresos y pérdida de empleos.
La producción de las tres carnes creció, al igual que las exportaciones en dos de ellas (bovina y porcina); por su parte, el consumo interno, si bien retrocedió en el caso de la carne bovina, se mantuvo con poco cambio en el consolidado de las tres carnes. De lo sucedido con las macro-variables, nótese que la producción y las exportaciones de las tres carnes, a nivel agregado, medidas tanto en términos absolutos (volúmenes totales) como en términos por habitante (volúmenes per cápita) alcanzaron niveles records de los últimos 30/40 años.
Esto último contrasta, si se quiere paradójicamente, con el menor consumo histórico de carne bovina en el mercado interno (debajo de los 50 kilos promedio per cápita) desde que se tienen registros. Esta buena dinámica de las carnes, en la que participaron miles de empresas (productores, transportistas, industriales, comercios, etc.) desplegadas en todo el país amerita la siguiente reflexión: actividades que tuvieron la posibilidad de operar (se les permitió hacerlo) atravesaron la Pandemia con menos daño del que a priori podía haberse inferido.
Es cierto que la naturaleza del producto carne contribuyó a este relativo buen desempeño (se trata de un bien que integra la canasta básica y que no es tan sencillo de sustituir), y también el favorable contexto del mercado mundial (la gran demanda de China), pero no caben dudas que muchas otras actividades productivas del país podrían haber tenido un mejor 2020 de no haber sufrido una larguísima cuarentena, restricciones y limitantes de distinto tipo, que se fueron extendiendo en el tiempo y que impidieron una relativa normalidad, como sí la tuvieron y pudieron aprovechar las cadenas de carnes.
El 2020 cerró con una importante aceleración de los precios, nivel productor y consumidor, particularmente en bovinos. El gran interrogante es si ya concluyó este proceso de ajuste o si queda recorrido posible todavía.
No es fácil responder esta pregunta, aunque se pueden incorporar algunos elementos al análisis. Cuando se comparan los valores locales de la hacienda con los de la región se observa una importante convergencia en los últimos meses, lo que sugiere que, al menos en moneda dura, no quedaría mucho más margen para que los valores sigan subiendo, más en un contexto donde nuestro sector exportador paga más impuestos que sus pares (9% de retenciones) y nuestro principal cliente (China) viene estabilizando compras y mostrando menor predisposición de pago.
Respecto a China, en los últimos meses, se observa cierta estabilización en sus flujos de importación, que pueden estar marcando el fin de un ciclo expansivo y el inicio de una nueva etapa de compras más estables y por ende de una competencia mucho más intensa y compleja entre proveedores globales para lograr envíos crecientes hacia el gigante.
Si bien no se dispone de suficiente información para confirmarlo, algunos comunicados del gobierno chino y relevamientos estadísticos, sugieren que los nocivos efectos de la fiebre porcina africana sobre la piara del gigante estarían cerca de ser superados.
La estabilización de las compras y el ingreso a una nueva fase, de velocidad crucero, podría tener que ver con esta recuperación de la capacidad productiva en materia de carnes perdida por el virus.
Por su parte, en cuanto al mercado interno, muy golpeado por la Pandemia y la política de control sanitario, la carne cerró diciembre en niveles altos, en perspectiva a otros bienes de la economía y fundamentalmente en relación a los salarios del sector privado formal, el segmento de trabajadores, a priori, mejor posicionado en la frágil economía argentina.
Si bien el consumo se ha reducido a su mínima expresión histórica, quedando en buena medida el núcleo más “duro e inflexible” de consumos, los segmentos de clases media y baja que permanecen activos en el mercado se encuentran seguramente más que al límite de su capacidad de pago por el producto cárnico.
Que no quede mucho hilo en el carretel no significa que los precios de las carnes tendrán un 2021 “tranquilo”, y menos aún que vayan a iniciar el descenso. Hay factores que pueden ejercer presión y no dar mucho respiro a los valores, entre otros:
a) el incipiente proceso de retención de vientres observado en los últimos meses; éste podría profundizarse de la mano de los mayores precios de hacienda, reduciendo la oferta de animales para faena y en consecuencia la producción de carne;
b) una mayor demanda externa, particularmente de aquellos mercados que más sufrieron la Pandemia y que deberían recuperarse en un año en el que se espera una recuperación económica global;
c) una demanda interna que debería mostrar mayores síntomas de vida que en el 2020, bajo cierta estabilidad macro y la superación definitiva de la Pandemia;
d) la presión de los eslabones de transporte, distribución y comercio, que pugnarán por mejorar sus márgenes y participación en el valor final del producto. La variable que no se ha mencionado hasta aquí y que puede ser determinante en los equilibrios del mercado es la política pública.
Es de esperar, por antecedentes y contexto (año de elecciones), una interferencia creciente por parte del gobierno en los mercados de carne, particularmente en los volúmenes de exportación. Justamente por estos días el gobierno decidió restringir la exportación de maíz por dos meses y, según trascendidos, estaría negociando con los exportadores una oferta más amplia y de mayor volumen de cortes subsidiados para el mercado interno. La intervención explícita o el clima de intervención latente no son por supuesto buenas noticias.
Si bien una intervención al mercado de exportación puede ayudar a contener los precios en el corto plazo (vía redireccionamiento de volúmenes hacia el mercado interno), es de esperar que tenga efectos justamente contrarios en el mediano y largo plazos (precios más altos por caída de producción).
Un mercado que es intervenido pasa a ofrecer un menor retorno para quienes producen, hay un efecto de expropiación (se recibe un precio más bajo del que se recibiría bajo libre mercado), una transferencia de recursos desde la producción hacia otro actor, que dependiendo del instrumento puede ser el Estado, los intermediarios comerciales u otros. Además, operar en un mercado intervenido conlleva mayor riesgo, en cualquier momento la intervención puede profundizarse, las reglas de juego pueden cambiar según voluntad y deseo del Gobierno.
Puede deducirse que un escenario de menor retorno y mayor riesgo no puede ser neutral en términos de inversiones, por el contrario, es de esperar que éstas se reduzcan y ralenticen, y de ese modo se vaya afectando la capacidad productiva que se dispondrá en el futuro y que, como ya se mencionase, los efectos de mediano y largo plazos sean los opuestos a los originalmente buscados.
Autores: Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea