Según la CEPAL ( la Comisión Económica para América Latina y el Caribe es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región.Creada en 1948, la Cepal se dedica a la investigación económica ) el 2023 va a ser un año muy difícil para todos los países de América Latina y el Caribe: marcará el final de una década en la que la tasa de crecimiento anual de la región ha promediado sólo el 0,9%, un rendimiento incluso peor que durante la «década perdida» de los años ochenta.
No se trata sólo de un mal ciclo económico
Es una trampa estructural de bajo crecimiento, alta desigualdad, instituciones débiles y mala gobernanza. Una década de bajo crecimiento significa que los países de la región han acumulado un cúmulo de retos aún mayor que el que tenían antes de que empezara la década. No sólo han sufrido los pobres y vulnerables, sino también las clases medias, y están enfadadas. Exigen y esperan que los gobiernos recién elegidos cumplan sus promesas electorales, y que lo hagan rápidamente. La gente quiere ver los resultados reflejados en su vida cotidiana. La impaciencia es grande y la confianza en las instituciones, escasa.
Se estima que todas las subregiones tendrán un menor crecimiento en 2023 en comparación con 2022.
Así, América del Sur crecerá un 0,6% en 2023 (por un 3,8% en 2022), el grupo conformado por Centroamérica y México aumentará en un 2% (en comparación con un 3,5% en 2022) y el Caribe (sin incluir Guyana) subirá un 3,5% (con un 5,8% en 2022). La ralentización en América del Sur se produciría por la baja en los precios de los productos básicos y por las restricciones al espacio que la política doméstica tiene para apuntalar la actividad. En el Caribe la desaceleración se debe principalmente al impacto de la inflación tanto en los ingresos reales, y con ello el consumo, como en los costos de producción, con un efecto negativo en la competitividad de las exportaciones tanto de bienes como de turismo. Si bien el crecimiento de este año representa una contracción respecto a 2022, para las economías de América Central y México se han dado en algunos casos revisiones al alza respecto de lo que la CEPAL previó a fines del año pasado. Esta situación se debe al crecimiento de los Estados Unidos, principal socio comercial y primera fuente de remesas de sus países, que afectaría tanto al sector externo como al consumo privado.
La proyección de crecimiento de 2023 para la región está sujeta a riesgos
A la baja ante la posibilidad de que resurjan y se acentúen las turbulencias del sistema bancario global -o del sistema financiero en su conjunto- lo que resultaría en un endurecimiento más persistente de las condiciones financieras mundiales, con los consecuentes impactos sobre el acceso y costo de financiamiento.
En este contexto, ¿hay motivos para el optimismo sobre las fuentes de crecimiento, la creación de empleo, la ampliación de los espacios fiscales y la reconstrucción?
Afortunadamente, la respuesta es afirmativa, ya que existen fuentes de oportunidades que la región debería aprovechar.Por ejemplo:
- La reestructuración de los procesos de producción mundiales crea oportunidades para que la región aproveche la reconfiguración de la cadena de suministro mundial y la correspondiente dinámica de agrupación de la producción.
- América Latina y el Caribe tienen un gran potencial energético, tanto en energías tradicionales como los hidrocarburos, como en fuentes de energía renovables, limpias y modernas, como la solar, la eólica y el hidrógeno verde. Las entradas de IED (inversión extranjera directa) y las oportunidades en el sector energético siguen siendo muy importantes.
- Hay oportunidades en los nuevos modos de producción asociados a las nuevas tecnologías relacionadas con la economía circular, la electromovilidad, la transformación digital y la explosión de oportunidades en las exportaciones de servicios modernos, como el comercio electrónico, las Fintech, los servicios de back-office y los servicios compartidos.
- 2023 promete ser un año de fuerte recuperación del turismo, un sector vital para gran parte del Caribe, Centroamérica, México y otros países.
- Al igual que 2022 fue el año de la crisis de los tipos de interés, 2023 puede ser el año de la estabilización de los tipos o incluso el año en que los tipos den un giro, un cambio que puede reducir el coste del servicio de la deuda y puede aliviar las restricciones de acceso a nuevos recursos financieros.
- Las mejoras en la arquitectura financiera internacional para crear mecanismos multilaterales de renegociación de la deuda también serán muy beneficiosas, no sólo para la región de América Latina y el Caribe, sino para todas las economías emergentes y en desarrollo.
- 2023 también puede ser un buen año para la integración regional, aunque esto depende del compromiso político y del pragmatismo de las autoridades políticas de la región. Recordemos que la propia región es el principal destino de sus exportaciones de manufacturas. La actual geopolítica de la globalización hace aún más evidente la importancia -y la urgencia- de modernizar y profundizar los marcos de integración regional.
Autor: Omar Romano Sforza