Con un par de noticias, algo de intuición y un conocido alemán que me ayudó a aterrizar aquella idea incipiente, logré estructurar este comentario en medio de estos días aciagos de invasiones, guerras y subida general de alimentos e insumos para producirlos.
La primera noticia fue bastante curiosa: en Kosovo (una pequeñita república en los Balcanes) las autoridades estaban cazando “mineros” de bitcoins porque agotaban la energía eléctrica del país. Allanaban casas y se llevaban servidores de dos mil dólares en adelante que permanecían encendidos todo el tiempo para “minar” bitcoins.
Esta actividad tan inocente, le daba al kosovar que se dedicaba a ello el equivalente a tres veces el salario promedio, luego de descontar la factura de la luz. Hoy, cada bitcoin se cotiza en 39 mil dólares; valor que vive en vaivén especulativo. Apenas unos 100 millones de personas utilizan el bitcoin y otras criptomonedas.
La segunda noticia fue la operación de la firma española Green Data Chain, que en Cataluña utiliza purines de cerdo para generar la energía que alimenta sus servidores dedicados todo el día, todos los días, a “minar” bitcoins. Se preguntarán en este punto ¿qué es “minar” bitcoins?
La respuesta corta es facilitar, mediante el uso de servidores, la circulación virtual de esta moneda que solo existe en el ciberespacio. Por hacerlo, el dueño de cada servidor participante recibe unos interesantes beneficios económicos. La otra pregunta pertinente sería: si se puede hacer utilizando energía generada por purines de cerdo, ¿por qué no con gallinaza?
No es mala la pregunta, si tenemos en cuenta que, por lo general, la gallinaza es una materia prima más eficiente por necesitar menos agua, sobre todo para su proceso de recolección y almacenamiento, por lo menos en producciones sistematizadas y en jaulas. Aquí es donde entra Sven, el alemán que mencioné al principio.
Imaginó que luego de rascarse la cabeza al otro lado del WhatsApp, me dio algunos consejos que bien podrían servirle a algún avicultor con espíritu innovador y aventurero, los cuales pasaré a compartirles. Primero, no es nada barato y se necesita un músculo financiero importante.
Los servidores deben ser muy potentes, deben estar conectados todo el tiempo y funcionando a su máxima capacidad. Por lo mismo, por uso y obsolescencia en su capacidad de procesamiento, se deben estar cambiando muy rápido (cada seis meses o un año). Es obvio que el acceso a Internet tiene que ser también muy bueno y confiable.
El acceso a la energía no puede tener sobresaltos tampoco. Los generadores deben estar funcionando siempre y parejo en términos de calidad de la energía producida. De igual manera, hay que tener en cuenta que la operación de estos servidores emana mucho calor, por lo que se recomienda su montaje en altitudes superiores a los 3 mil metros, en nuestros trópicos.
Obviamente, se necesita un soporte técnico robusto, personal bien capacitado, para lo cual sería aconsejable una alianza con un proveedor del servicio y de los equipos en sí. Una suerte de riesgo compartido, donde la firma avícola pone la energía y el socio programador el resto.
Bueno, en fin, como bien se dice por ahí: quien no arriesga un huevo no tiene un pollo; y si alguno tiene con qué arriesgar sin morir en el intento ¿por qué no empezar a echar números?