domingo, octubre 19, 2025

Nueva caja de Pandora: permitir insectos en el alimento avícola

La Comisión Europea autorizó el uso de proteína de insectos en la elaboración de alimento concentrado para aves y cerdos, ampliando su uso comercial, que estaba restringido a la acuicultura. ¿Un paso en el camino correcto?

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Alexander Barajas
Alexander Barajas
Alexander Barajas Maldonado es Comunicador Social - Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) de la ciudad de Medellín (Colombia). Cuenta con una experiencia periodística superior a los 25 años de vigencia en distintos medios impresos y digitales. También es un escritor de ficción galardonado en certámenes locales y nacionales colombianos. Se ha especializado en temas económicos, con énfasis en la producción avícola y nuevas tendencias de consumo, de lo cual escribe de manera ininterrumpida desde el año 2013. Ha sido consultor y conferencista de gremios, empresas y proveedoras avícolas, principalmente en su país de origen y Ecuador. Puede escribirle por correo electrónico: olsoal08@gmail.com.

Los señalamientos ambientales contra la producción de soya y maíz, los principales insumos para el negocio avícola, podrían darle viabilidad al aprovechamiento industrial de insectos en la fabricación de alimento balanceado, por lo menos en la Unión Europea. La legislación comunitaria no lo permitía hasta este 18 de agosto; ahora falta que los números cierren y los consumidores paguen.

Si la presión contra los granos suramericanos (que al parecer son los únicos cosechados tras deforestar, pues en América del Norte y el este de Europa siembre hubo inmensas llanuras mágicamente adaptadas para los cultivos intensivos desde el inicio de la Creación) termina en más aranceles y hasta en vetos, los insectos podrán tener una gran oportunidad para convertirse allí en un nuevo estándar.

La verdad es que no les faltan ventajas: contienen proteína de calidad, su disponibilidad sería permanente y cercana, no necesitan mucho espacio y los insumos necesarios para criarlos permitiría agregar un eslabón más en la economía circular (como los millones de toneladas de alimentos desperdiciados en todas partes por no ser aptos para consumo humano).

Sin embargo, todo lo anterior acarrea costos logísticos importantes, sobre todo en transporte y adecuación sanitaria del insecto y de la materia orgánica que se les suministraría como alimento. Y como bien dicen por ahí, “progresar es cambiar de problemas”, ¿qué pasaría con una fuga masiva de estos invertebrados? ¿Cuál sería su costo ambiental?

Desde luego, estamos hablando de la muy empática Europa, por lo cual no está de más preguntarse ¿qué objeciones presentará su ruidoso colectivo animalista ante esta nueva “explotación especista”? Ya me imagino los videos denunciando cómo separan huevecillos y larvas de sus angustiadas y artrópodas madres,

En fin. En lo personal, creo que es de celebrar cada nueva alternativa que se abra para producir más, mejor o simplemente para satisfacer un nicho específico. Opciones y libertad siempre serán bienvenidas.

Un dato más que no está de más: la conversión de alimento en huevo o pollo podría mejorar con los insectos (evolutivamente, uno de los alimentos naturales de las gallináceas) de los actuales 120 gramos de concentrado de maíz y soya por 73 gramos de huevo producido, o de los 1.7 kilos de alimento balanceado por kilo de carne aviar.

Cada décima ganada en conversión (sea con insectos o granos) significa millones de hectáreas, agua, insumos y energía ahorrados por una industria avícola global, además de un alivio para el bolsillo del consumidor y un innegable aporte a la seguridad alimentaria.

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