El consumo de huevos en la Argentina atraviesa un momento inédito. Según datos recientes de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA), el primer semestre de 2024 experimentó un crecimiento del 4,7% respecto al año anterior, alcanzando un promedio de 380 unidades por persona al año. «Estamos hablando ya de más de un huevo diario por persona», destacó Javier Prida, presidente ejecutivo de CAPIA.
El aumento en el consumo no viene de la mano de una inflación de precios, como cabría esperar, sino con una reducción en el valor del maple, una rareza en términos económicos dentro del sistema argentino. ¿La clave? Una transformación paulatina en la cadena de comercialización. “Hace un par de años que el productor empezó a acercarse más al consumidor”, explicó Prida. “Ya no se depende tanto de distribuidores. Eso achica la cadena de comercio y habilita una competencia más limpia, donde el precio se forma con mayor lógica de mercado.” El contacto directo permite que variables como exceso de stock o menor producción regulen el precio de manera más fluida que las típicas remarcaciones del intermediario.
A pesar del incremento en los costos de insumos básicos como el maíz, la soja, la electricidad y la mano de obra, el precio al consumidor ha mostrado una tendencia a la baja. “Esto tiene que ver con nuestra estrategia: apostamos al volumen, no al precio”, afirmó Prida. Y explicó que la eficiencia del sector se mide por la productividad de las granjas. “Una granja más productiva genera mayor volumen de huevos, y ahí es donde está nuestra rentabilidad”, agregó. Esta orientación al volumen también se refleja en una evolución del patrón de compra del consumidor, que pasó de adquirir media docena a un maple, y ahora cada vez más opta por dos maples por compra.
«El año pasado, sólo el 8% de los consumidores en venta directa adquirían dos maples o más. Hoy ese número llega al 14%», indicó Prida. Este aumento, aunque aún minoritario en términos generales, representa una tendencia creciente que se consolida mes a mes. Esta transformación no solo responde a cuestiones económicas, sino también a un cambio cultural y nutricional. “Antes el huevo era el ingrediente que unía la tarta. Hoy es el protagonista del plato”, afirmó el titular de CAPIA. Las nuevas generaciones y los cambios en las recomendaciones médicas han redundado en una reevaluación de la proteína del huevo, desplazando viejos mitos vinculados al colesterol.
Además de ser accesible, nutritivo y versátil, el huevo se convirtió en la elección primaria para muchos argentinos. “Casi el 30% de los encuestados pone al huevo como primera opción de ingesta diaria”, destacó sobre los resultados parciales de una encuesta encargada por la cámara. “El huevo reemplaza, pero no es reemplazable”, remarcó. Y es que en un contexto donde el bolsillo está ajustado, el huevo aparece como la opción nutriente por excelencia. De rápida preparación, acompañado o solo, el alimento encontró un nuevo protagonismo en la cocina criolla con recetas como huevos benedictinos, poché o turcos, que lo colocan en el centro de la escena.
La transformación del huevo en la industria alimentaria argentina no solo refleja un cambio en la cadena de valor, sino también en el modo de pensar la alimentación desde la producción, la nutrición y la cultura cotidiana. Este crecimiento sostenido, basado en la eficiencia y la cercanía con el consumidor, augura un futuro prometedor para un sector que encontró en la simplicidad del huevo una estrategia sólida de desarrollo.